viernes, 6 de enero de 2012

¿Qué somos? ¿Dónde estamos?

Recientemente vi un video en internet que me hizo pensar. Este mostraba el tamaño de nuestro planeta en comparación con otros que se habían hallado en el universo, e incluso se puede ver el tamaño de nuestra gran estrella, el Sol, en comparación con otros soles de otras galaxias. El resultado es insultante. Ridículo. Con lo poco que conocemos del universo todavía, podemos ya afirmar que nuestro planeta es pequeño, aunque nos parezca grande. En él, habitamos nada más y nada menos que siete mil millones de personas (7.000.000.000), cada cual con su particular historia, sumando a ese número el de otros tantos miles de millones que han existido y hoy no están.

Pero hoy lo que quiero exponer es otra cosa, y es que aunque no hayamos encontrado vida inteligente más allá de nuestro globo terráqueo, es evidente que tiene que haberla, y eso nos plantea diversas cuestiones: ¿Cómo son? ¿Nos buscan ellos a nosotros? ¿Saben que existimos? ¿Nos evitan? Ni mucho menos quiero parecerme a aquel presentador que cada madrugada con voz siniestra analiza casos tremebundos y dignos de estudio, pero sí quiero pensar que fuera de aquí existen miles de planetas, quizá millones, con vidas muy inteligentes, muy superiores, muy avanzadas, con tecnologías, sistemas de comunicación, de transporte, de reproducción o de nutrición muy distintos al nuestro. Y quizá también existan planetas con civilizaciones más atrasadas que la nuestra, pero totalmente distintas. Y, ¿por qué no? Nunca nos hemos planteado seriamente la posibilidad de que habiten en un mismo planeta, dos tipos de seres, ambos inteligentes, que se repartan de buena gana, o no, la totalidad de la zona habitable. Me explico con un ejemplo. Imaginad que en la Tierra, en vez de existir únicamente los seres humanos, existen otros seres (llamémosles seres terráqueos, por ejemplo) cuyos organismos físicos no cumplen ninguna similitud con los de los seres humanos. Poseen otro sistema de reproducción, de nutrición, desarrollo, sistema comunicativo (quizá no verbal), y lo que sería más llamativo: otra apariencia externa totalmente diferente a la humana. Pero también viven aquí. Y no nos resulta extraño porque lo llevan haciendo millones de años al igual que nosotros.

Puestos en este caso, la historia, casi seguro, nos hubiera dicho que ha habido varias guerras para que unos seres dominaran a otros y al final hubo dos desenlaces: unos dominaron a los otros, o bien, se repartieron equitativamente el planeta para convivir en paz. Piensen ahora, si son avispados, qué les dice a ustedes que esto no pase actualmente en un recóndito lugar del universo, o en más de uno. O incluso, si quieren pensar más de la cuenta, les propongo que se lo planteen con más de dos seres, como tres o cuatro.

Es asombroso, frustrante e instructivo pensar que sabemos tan poco cuando se trata del universo, del todo, y que solo sabemos una pequeña parte de lo que tenemos aquí, que es minúsculo. Por todo ello, las teorías sobre qué hay fuera de aquí son infinitas. Muchos dicen que dentro de nuestro propio planeta habitan seres extraterrestres infiltrados en la sociedad, a modo de espías inofensivos (o no) para saber qué hacemos, cómo lo hacemos y por qué. Si esto es cierto, me gustaría saber lo que piensan ahí fuera de la frenética vida de un humano.

Otras teorías llaman más la atención, y nos empujan a creer que haya lo que haya ahí fuera, no es bueno. Y no lo dice un ‘Don Nadie’ precisamente, sino el mismísimo Stephen Hawking, quien advierte que ojalá nunca seamos encontrados por foráneos, ya que sería el fin de nuestra especie. En mi humilde opinión, quiero pensar que se equivoca, porque por muchas diferencias que haya entre ‘nosotros’ y ‘ellos’, aunque así suene cómico, no elimina un principio básico: o vienen de buenas, o vienen de malas. Y me parecería sorprendente que toda una especie se convierta en enemiga de la nuestra por el hecho de contactar con nosotros, en vez de intentar posibilitar una comunicación. Aunque referido a esto último, y si lo pensamos, las posibilidades de establecer una vía comunicativa entre nuestra especie y otra son remotas o nulas, ya que el sistema comunicativo sería abismalmente distinto, y aunque, en un caso hipotético se parecieran en algo (comunicación verbal), también sería casi imposible ya que no habría ningún ser con vida capaz de entender ambas lenguas.

Como es obvio, no he querido meter el apartado de la religión en este artículo porque jamás he encontrado necesidad de confrontarla con la ciencia, y es que, bajo mi punto de vista, todo lo que estamos imaginando hoy con estas sencillas palabras, es perfectamente entendible por un religioso (sin importar la religión) como por un ateo.

Piensen entonces, y como conclusión, lo que supondría el contacto entre los seres de nuestro planeta y los de otros, eviten pensar que es imposible y, sobre todo, abran las puertas a la imaginación, que es el mejor arma que poseemos nosotros… ya saben, los seres humanos.

Julio Chávez, en Sevilla a 07/01/12.

1 comentario:

  1. M'ha encantat bicho :)
    A ver si de mayores cofundamos algo ajajjajaja
    T'estimm

    ResponderEliminar